Cliente del mes: «Lee»: esposo, padre, veterano, trabajador

Leighton Parratt es sólido: tiene un apretón de manos firme, un espíritu honesto y una asombrosa habilidad para «romper el hielo» con una broma. Conocí a Leighton o «Lee» (cosido en el bolsillo izquierdo del pecho de su camisa de trabajo) en el vestíbulo de nuestra oficina de Pensacola en Brent Lane. Cuando uno de nuestros empleados le preguntó qué le gustaría beber, dijo hábilmente: «whisky». Tras una breve pausa, el aire palpable y nervioso de un jueves por la tarde fue reemplazado por una carcajada y tranquila. La historia de Lee, marcada por las dificultades, el sacrificio y, finalmente, la recompensa, lo convierte en el candidato perfecto para ser nuestro primer «Cliente del mes».

Lee nació en Inglaterra, se crió en Pace, hijo de un hombre de la Fuerza Aérea. Después de servir siete años en el ejército de los Estados Unidos, donde Lee se fracturó la espalda, después de cirugías previas, pasó dos años en régimen de compensación laboral. Lee contrató a un abogado especializado en lesiones personales de una firma local y, aunque obtuvo un permiso de trabajo, dijo que su experiencia consistía principalmente en esperar y tratar, por lo general sin éxito, de comunicarse con su abogado por teléfono.

Cinco años después, Lee, un conductor certificado por CDL para General Rental Center, un pretendido padre de familia, fue chocado por detrás en la esquina de Spencer Field Road y Highway 90. Aparte de un rasguño en el parachoques, el vehículo de Lee no sufrió ningún daño. Sin embargo, la fuerza del impacto fue directamente hacia su espalda. La calidad de vida de Lee, sin culpa suya —la familia Parratt se dirigía a la playa— empeoró drásticamente. Lee sufría un dolor constante (sus compañeros de trabajo se vieron obligados a hacerse cargo de él). En casa, se tumbaba en el suelo para quitarse la presión de la espalda. Pasaba noches enteras sentado en su sillón reclinable, Sherry (usado con tanta frecuencia, supongo, ¿se ganó un nombre?). Cuando se le preguntó acerca de la vida después de un accidente, Lee dijo: «Era difícil no preguntarse cómo será el futuro». Lee, el único proveedor, que «vivía mano a boca», confiaba en Motrin (entre 2500 y 3000 miligramos al día). «Sin pastillas», dijo Lee, «no podría tomar narcóticos, me gano la vida conduciendo». Por miedo a perder su trabajo (bajo rendimiento a causa del dolor), Lee estaba decidido a buscar ayuda.

Lee sabía lo de Michles y Booth. Entregando equipo pesado al otro lado de la ciudad, había visto nuestras vallas publicitarias y escuchado nuestros anuncios en la radio. Los objetivos de Lee para su caso eran simples: quería que se pagaran sus facturas médicas. «Fue un proceso», dijo Lee, «pero nunca sentí que estaba esperando». Lee se apresuró a elogiar a Cynthia Walsh, la asistente legal asignada a su caso. «Ella se encargó de todo el papeleo», dijo, «de las citas, de todo». Lee también recibió llamadas de su abogado, Marcus Michles. «No hablamos sobre el caso; me preguntó cómo estaba». Sorprendente.

A Lee le administraron inyecciones de cortisona; había probado infusiones y varias cirugías, y aún sentía dolor. Lee, un cliente comprometido con la recuperación, se arriesgó y se dedicó a la estimulación de la médula espinal, un tratamiento que se logra mediante la aplicación de un sistema de corriente eléctrica en el lugar del dolor. Sin embargo, Lee se sometió a un procedimiento en el que se le implantó el sistema de «neuroestimulación» debajo de la piel. Nos enorgullece decir que Lee no siente dolor. También nos enorgullece haber podido asegurarle a Lee una suma de dinero por los salarios perdidos, una suma que ayudó a Lee y a su familia a recuperar la estabilidad financiera. Estamos orgullosos de Lee, de su persistencia, de su fe en nuestro trabajo y, lo que es más importante, de su disposición a compartir su historia con nosotros.